Si Aristóteles consideraba la abstracción como la capacidad de formar conceptos que, lejos de distanciarse de la realidad, contribuyen a “significar espiritualmente sus estructuras”, el concepto se convierte en “el único signo que no se interpone entre nosotros y la realidad, el único que no reemplaza a la realidad como su representante o sustituto, como su representación” (Inciarte 2004: 32). Aunque la creación de un concepto puede pasar sin la intervención lingüística (Elvira 2020: 3), en algunos de ellos interviene especialmente “un trabajo de análisis de las condiciones de uso pertinentes de una palabra o expresión” (De Libera 2000: 23): consideramos que este es el caso de los conceptos políticos. 

Por ello, y para “ver” la realidad como ellos la veían (Skinner 2002: 3) y evitar anacronismos y solipsismos subjetivos, en este proyecto tomamos la terminología como punto de partida de análisis, considerando los términos que utilizan los autores de los textos de nuestro corpus como categoría más objetivable para la investigación. Así, pretendemos “proyectar el empleo de cada término sobre el plano del contexto en que posee relevancia conceptual” (Sánchez de la Torre 2019: 9, 13). 

De acuerdo con la perspectiva literaria e histórica que adoptamos en el proyecto y teniendo en cuenta que los textos se pueden considerar “catalizadores de conceptos”, la base de datos que irá enriqueciéndose con las distintas fases del proyecto incluirá información cuantitativa y cualitativa para comprender las condiciones de uso de los términos y, desde ahí, explorar el desarrollo lingüístico y literario de los conceptos morales y políticos a los que apuntan.